Cada vez que veo los medios de comunicación, acabo asqueado por la crispación insoportable que transmite la actual clase política. Y me hace sentir nostalgia de esos políticos de los años 70 del siglo pasado, que con un gobierno de centro fueron capaces de sentarse a dialogar, políticos de ideología tan distante como Manuel Fraga, o Jordi Solé Tura. De ese diálogo salió ni más ni menos que nuestra Constitución.
En la clase política actual no queda nada de ese espíritu de centro, de diálogo, se han impuesto claramente los radicalismos, los reproches, los insultos, el «y tú más». Fue hace unos cuatro años que un grupo de valientes aquí en Aragón, capitaneados por Alberto Izquierdo, intentaron que el PAR recuperase de nuevo su histórica posición de centro aragonés. No ha sido nada fácil. Contra la voluntad masiva de sus afiliados han ido intereses extraños, cuya intención era acabar con un proyecto que al parecer a alguien le estorba, como es el centro.
Los dos grandes partidos nacionales se definen de centro izquierda, o de centro derecha. No se dan cuenta que insultan a la palabra centro al no ser capaces de ponerse de acuerdo para aprobar algo tan necesario para la ciudadanía como unos presupuestos. Y no es esta incapacidad tan solo porque uno es izquierda y el otro derecha, pues aquí en Aragón son incapaces de entenderse hasta las propias derechas.
Bajo este escenario, el centro de verdad es sumamente necesario, porque ser de centro es dialogar, es escuchar, es aceptar las buenas ideas vengan de donde vengan, es llegar a pactos y cumplirlos, es hacerse respetar, es luchar para que a nuestra tierra Aragón no la pisoteen en Madrid, es romper con los diputados y senadores aragoneses porque siempre están sumisos a sus jefes nacionales, observando sin rechistar como otros territorios se llevan las mejores tajadas, dejándonos a los aragoneses en demasiadas ocasiones con tan solo unos céntimos de la calderilla.
El centro aragonés se ha salvado, lo estamos renovando, modernizando, adaptándolo al siglo XXI. Nuevas personas estamos ahí, limpias, sin ninguna vieja y pesada mochila sobre nuestras espaldas, preparadas para asumir los retos que nuestro Aragón necesita.
También en Valderrobres, también en el Matarraña, se ha abierto la casa del centro. Si te sientes decepcionado, asqueado, agotado, no representado, si buscas un espacio de calma, de humildad, de honestidad, de sosiego, si amas a tu tierra, si tienes ideas para su crecimiento, si la ilusión por el futuro hace que no le temas a nada, el PAR es tu casa.